segunda-feira, 11 de junho de 2007

Kubica: Milagre na Curva 10

No meio dos vários comentários e artigos sobre o acidente do piloto polaco, no GP do Canadá de ontem, este ficou-me na retina: trata-se do artigo de Jaime Rodriguez, do jornal espanhol "El Mundo", que poucas horas depois do acidente, tinha escrito na sua coluna "Acquaplanning" uma comovente história sobre Kubica e a fé dos actuais pilotos de Formula 1.


Decidi conservar o artigo em espanhol, pois acho que o artigo está tão bem escrito que traduzi-lo seria um convite para estragar a sua essência. E foi isso que me levou a colocá-lo aqui. Ora leiam:


"Robert Kubica siempre corre con una imagen de Juan Pablo II dentro del coche. Es una foto pequeña, incrustada en su mono, que lleva la dedicatoria personal de la santidad polaca, fallecida en 2005. Ayrton Senna, último piloto de Fórmula 1 que perdió la vida en carrera, escondía también en su camisa una estampa de Jesucristo con el lema «Nadie podrá quitarme su amor». Cuando se mató en Imola, en 1994, los médicos guardaron aquel recuerdo. Lo cuenta Sergio Mantovani, el capellán de los circuitos.


Cura italiano, veterano de discurso ronco, que lleva 55 años cuidando de la fe en el universo de plástico y rivalidad del paddock. Le introdujo Enzo Ferrari, en los años 50, cuando el párroco, desde su iglesia de Modena, asistía a la fábrica de la mítica marca de coches. «Los pilotos de antes tenía más fe. Muchos se ponían en manos de Dios antes de las carreras», explica el religioso, confesor de campeones de tres generaciones, desde Fangio a Senna.


Robert Kubica, junto a Giancarlo Fisichella o Felipe Massa, es una de las pocas estrellas de los circuitos que se reconoce creyente. El polaco piadoso es un tipo sencillo, ídolo también en su país, que ha hecho carrera desde el esfuerzo, el talento y la velocidad. Se crió deportivamente en Italia, con poco dinero y mucho ánimo. Está muy bien considerado en el ‘paddock’. Majete, de sonrisa fácil, amigo de casi todos los pilotos.


En Canadá, a sus compañeros se les encogió el corazón cuando en la vuelta 27 escucharon que había tenido un accidente. Luego vieron los escombros de su monoplaza tirados en un lateral, restos de un impacto brutal que atemorizó a toda la Fórmula 1. Volvieron los recuerdos de aquel dramático fin de semana de mayo de 1994, cuando cayeron Ratzemberg y Senna en 48 horas.


Pero las medidas de seguridad han mejorado. El cockpit del piloto, de fibra de carbono y medio millón de euros, rebotó contra el asfalto sin deformarse, a pesar de la violencia del impacto. El casco, los cinturones y la protección que sujeta el cuello hicieron el resto. Años atrás, Kubica no hubiera tenido tanta fortuna. Ahora mismo, la F1 blinda a sus estrellas. Hay mucho en juego: la vida de los protagonistas y la imagen de las grandes marcas que financian el negocio. La sangre espantaría a los patrocinadores.


En el circuito Gilles Villeneuve, durante unos minutos, la Fórmula 1 se volvió humana. Se olvidaron las cargas de gasolina, las estrategias, los alerones móviles y la competencia. También el glamour. Los ojos estaban sobre el casco desvencijado del pobre BMW. Allí resistía Kubica con la foto de su papa apretada en un bolsillo."

1 comentário:

Anónimo disse...

O titulo foi exepcional Speeder...
O milagre da curva 10...lindo...e a pancada foi terrivel vocetem razão fosse anos antes de 94 ele não teria sobrevivido.
Groo